sábado, 28 de agosto de 2010

LA INAUGURACIÓN

Inauguración del taller “Manos y Barro” de Leticia Moyano.




En este día tan feliz para Leticia y para todas nosotras, voy a contarles un cuento que una vez me contaron y que hace un tiempo me anda revoloteando el alma, no me acuerdo muy bien como era… algunas situaciones creo que las inventé… sepan disculparme…

Una sola cosa les voy a pedir: esta historia sólo se hará realidad si todas las que estamos hoy acá, las que no pudieron venir y los que vendrán somos capaces de creerla…, sólo así la felicidad será posible…

…había una vez un grupo de personas que siempre se reunía para realizar una tarea en común, pero hubo un día muy especial, un día que cambiaron de casa, pero no de magia, un día, en que los números del almanaque caprichosamente coincidían, me acuerdo que era el 9 del 9 de 1999. Cuando ocurría ese fenómeno, los astros coincidían, las estrellas se alineaban, brotaba una energía especial de las aguas y del verde… Esas mujeres sentadas en círculo, ante esa luz tan especial, tuvieron que cerrar los ojos por un momento... al volver a abrirlos se encontraron con una mirada amiga sentada frente a ellas que les sonreía…, pero había algo más … sobre sus cabezas, misteriosamente, aparecieron varios duendecitos coloridos y movedizos realizando laboriosamente sus tareas… Les cuento quienes eran?... estaba el duendecito de la amistad, que casi no tenía trabajo… el del amor al prójimo, el del trabajo, el de la creatividad, que estaba eufórico!, el de la responsabilidad, el de la libertad, el de la alegría, el duendecito de la generosidad, el de la palabra, que era muy trabajador y colaboraba para que las mujeres encontraran esa palabra que querían decir…, el de los olvidos, otro que no paraba de trabajar… y el duende generador de todos los duendes, que estaba entre feliz y preocupado, pero muy contento por estar rodeado de tanto duende amigo … Ellos, los duendes, estaban felices saltando de una cabeza a otra, brillando entre cabellos jóvenes o con más tiempo, algunos quebradizos, lacios, con rulos, pintados o canos… todo a su paso se hacía luminoso, ellos eran dueños y señores, se apoderaban del espacio, saltaban entre las manos, esas manos a veces cansadas de tanta vida, de desencuentros, de lucha.. que al paso de los duendecitos se transformaban en alas, en pájaros, en peces … y ese material informe que se entremezclaba entre los dedos, comenzaba lentamente a modificarse “a ser” algo diferente, nunca antes se había visto objetos tan maravillosos a los ojos de los duendes de la felicidad, de todos los integrantes del grupo o eran lo mismo?, no me acuerdo… Y de la generadora de duendes, _que me parece que le decían Leti_ y que desde ese lugar generoso enseñaba a esas manos a volar como pájaros y a nadar como peces…

Los duendes, en ese conjuro mágico lograban que en ese nuevo y cálido lugar, ese grupo de mujeres se olvidaran por un rato de aquello que no querían recordar, a que sintieran las manos jóvenes, llenas de energía y de paciencia, logrando formas y colores nunca antes imaginados…

Entonces la felicidad era posible…

Hoy los números del almanaque juegan a ser iguales, el conjuro está hecho, si nos fijamos bien los duendes de la felicidad juegan en nuestras cabezas y en nuestras manos, hoy es un día especial y nosotras tenemos que disfrutarlo, es así amigas, esto no es cuento, y si no, prestemos atención el 10 del 10 del 2010, nuevamente la magia va a ser posible y el generador de todos los duendes nos estará esperando con el matecito a punto y la sonrisa a toda boca …



Jueves 5 de agosto de 2010, día de la inauguración del taller “Manos y Barro” de Leticia Moyano.

Con todo mi afecto para Leti y las chicas del taller, Marta Pardo.

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